Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos. . .
- Deuteronomio 6: 6,7 (RVR)
Le doy gracias a Dios por los padres que me concedió. Recuerdo con nostalgia aquellos días de mi infancia, en que cada noche mi madre nos reunía para compartir la meditación diaria.
Mi madre, cuyo nombre era Zabel o Isabel, de origen armenio, como mi padre, colocaba una alfombra gastada en el suelo, donde nos sentábamos en rueda todos, mis padres, mis tres hermanos y yo. Abría la Biblia y nos leía una porción en su idioma. Todos escuchábamos con mucha atención, hacíamos comentarios y luego nos uníamos en una oración.
Esa semilla sembrada por mi madre la guardo como un tesoro. El recuerdo de su gran fe es mi inspiración, y hoy así comienzan mis días: con la lectura de la Biblia y El Aposento Alto que me enriquece con los relatos y las experiencias de tantos hermanos de diferentes rincones del mundo.
Me pregunto: ¿En cuántos de nuestros hogares, en este siglo XXI, se practica la hermosa costumbre de leer la Biblia en familia?
Autor
Sra. Rebeca Boyadjian (Montevideo, Uruguay)
Pensamiento para el día
¿Cómo puedo sembrar la semilla de la fe en otras personas?
Oración
Dios Creador, gracias por la enseñanza y la guía de quienes por su fe han creado la base de nuestra formación espiritual. En el nombre de Jesús. Amén.
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